19 dic 2008

Cracovia. Sexta Etapa

Antes de terminar el año, quiero completar los relatos sobre el viaje del verano. Ya queda lejos, pero rascaré en mi memoria para sacar todo lo que queda, y por supuesto acompañarlo con fotos.
" El último día en Budapest hizo muchísimo calor y humedad. Supongo que algo así como puede pasar en Sevilla los días de bochorno en verano. Así que la mañana de nuestra partida para Cracovia se presentó como se presagiaba. Todo ese ambiente cargado, descargó. Nos llovió prácticamente todo el camino. Cruzamos Eslovaquia, de sur a norte, hasta llegar a Polonia. En esta parte de Eslovaquia, hay una cadena de montañas, las montañas Tatras, que forman una frontera natural con Polonia. En la parte Polaca, está Zakopane, lugar precioso e ideal para la práctica de deportes de invierno, al igual que los montes Tatras.
Pero nuestro destino era otro, y aunque el paisaje nos invitaba a quedarnos, teníamos que llegar hasta Cracovia antes de anochecer. Si el día anterior hizo muchísimo calor (35 o más), ese día no pasamos de los 15 grados. Tras muchas horas de coche, debido en parte a las carreteras polacas y en parte a que atravesamos montañas, conseguimos llegar a Cracovia.
Solo hay que entrar para empezar a ver partes bien diferenciadas. La parte más externa y moderna, construida al modo soviético (véase panelaks), el barrio judío, y la parte más antigua, donde están los monumentos más interesantes.
Cracovia, o Krakow en polaco, es conocida como la Roma del norte, debido a la cantidad de reliquias de santos que alberga. Obviamente, lo cuento, pero ni que decir tiene que no vimos ni una. Eso de ver manos de santos amputadas y cosas así me da un poco de repelús.
El primer día y tras asentarnos en nuestro hostel, "Goodbye Lenin", nos fuimos a dar un paseo nocturno a 11 grados centigrados. El hostel fue de lo mejorcito. Un ambiente muy agradable, y las habitaciones estupendas. Por supuesto que estaba decorado en estilo soviético todo, pero con aire muy moderno. Creo que nos gusto a todos.
Volviendo al paseo, que duró poco por las temperaturas invernales, nos sorprendimos de lo bonita que era la parte vieja de Cracovia. Comimos en un restaurante polaco bastante barato y bueno, al cual fuimos en varias ocasiones, y de allí para el hostel de nuevo, o al menos eso recuerdo, jeje.


El primer día en Cracovia nos fuimos todos juntitos a las minas de sal, en Wieliczka. Estas minas ya en desuso industrial, aunque si turístico y sanitario(enfermos con afecciones pulmonares son tratados aquí debido a la alta concentración en sales del aire), llevan siendo explotadas desde el siglo XIII. Fueron la principal fuente de ingresos de Polonia durante años, y la persona responsable de la mina, se decía que tenía más poder que el propio rey de Polonia. Hoy es patrimonio de la Unesco, y uno de los puntos turísticos más importantes de Polonia. Se llega a bajar hasta los 327 metros de profundidad, y aunque la visita turística no llega a los 4 kms, las galerías superan los 400 kms. En ella los propios mineros han esculpido en sal numerosas estatuas. Aunque lo que a mi me resultó más llamativo fue la inmensidad del lugar y la belleza de alguno de sus rincones. Impresiono muchísimo también, la primera bajada que se hace por las escaleras. Es como un descenso al infinito...




Tanto para ir como para venir, lo hicimos en minibús(o marshrutka) típicos de los países del este, ya que está a poco más de 15 kms a las afueras de Cracovia. La entrada un poco cara, aunque si lleváis algún carné de estudiante se consigue un descuento interesante.
La tarde la dedicamos para visitar la parte vieja de Cracovia o Stare Miasto, que estaba muy ambientada, y con numerosos espectáculos en la calle.


Aquí podemos encontrar muchos edificios góticos, iglesias, castillos, palacios. También está la universidad católica, dónde podemos comprender qué venerado es aquí Juan Pablo II. Esta parte de la ciudad es la más bonita con diferencia, cuidada al detalle, y llena de calles peatonales para perderse en rincones preciosos.
Por la noche también dimos una vuelta para ver el ambiente nocturno, y es incluso mejor que de día. Hay muchísimos pubs y clubes, que a mi en particular me gustaron bastante.
Al día siguiente fuimos a unos los platos fuertes del viaje, Auschwitz. Una parte de la expedición prefirió quedarse para conocer mejor la ciudad, y evitar llevarse algún mal rato con aquello, pero el resto si nos atrevimos...
...Y menos mal, porque es increíble. Primero visitamos Auschwitz I, el más famoso, pero bastante pequeño, cambo de concentración. La entrada es libre, y solo si quieres algun guía o intérprete, tienes que pagar. Nosotros fuimos por nuestra cuenta. Lo primero que te encuentras es el famoso mensaje "Arbeit Macht Frei", o el trabajo os hace libres.
Los barracones los han habilitado a modo de museos, cada uno dedicado a un motivo, o a países o etnias, que soportaron el genocidio nazi. Todo es explicado al detalle. Se pueden pasar días allí. Uno de los momentos de más impresión fue cuando entramos a ver el crematorio, que fue la primera e improvisada cámara de gas. Seguíamos a un grupo de personas, todos callados, todos en fila, todos cabizbajos...creo que no se puede recrear mejor el sentimiento de aquellas personas que iban a perder sus vidas en aquel horrible lugar. Entre todas las cosas que uno descubre allí, puedo citar algunas: Los terribles experimentos del doctor Mengele con niños gemelos (Ver, "Los niños del Brazil"), las toneladas de latas de "Zyklon B" que aun guardan. Los más del mil kilos de cabelleras femeninas que fueron incautadas, y las cuales eran normalmente usadas para fabricar mantas y sabanas de mala calidad que después se utilizaban con los propios hebreos. Los centenares de maletas pertenecientes a las personas. Utensilios de todo tipo, biberones, chupetes, etc....
Pero la impresión más fuerte estaba por llegar. Y eso fue Birkenau. Aquel lugar es inmenso. Ya no quedan más que unos cuantos barracones en pie, ya que todo fue quemado, en un intento nazi de borrar las huellas de la barbarie. Pero aun se pueden ver las chimeneas de piedra, que servían para calentar a las personas durante el invierno.
Estuvimos paseando, haciendo fotos, e intentando comprender lo que allí se pudo vivir. Todo en balde, porque tuvo que ser más horrible de lo que se pueda imaginar. En los pocos barracones que estaban en pie, pudimos ver las camas donde dormían apilados, las letrinas, etc. En los últimos momentos, antes de que los soviéticos liberaran Polonia de los Nazis (para después ser ellos quienes los oprimieran), los judíos eran gaseados tal y como salían del tren, sin más. Salimos muy impresionados del lugar, pero dispuestos a seguir descubriendo la parte hebrea de Cracovia, Kasimierz.
Lo hicimos en dos partes. Una por la tarde, y otra por la mañana del día que salíamos para Breslavia. Este distrito está lleno de vida y de sabores totalmente distintos que el Stare Miasto. Las calles mas estrechas, todo con un aspecto mas descuidado y viejo.
Sinagogas, cementerios judíos. Restaurantes y clubes con mucho encanto. Otra parte de la ciudad con mucha vida y quizá la más interesante. Los judíos en la segunda guerra mundial, fueron recluidos en un gueto al sur de Kasimierz, un lugar muy reducido. Si volvéis a echar un vistazo a "La lista de Schindler" podréis ver lugares de esta ciudad. Hoy se puede visitar la fábrica de Schindler y la farmacia de Tadeusz Pankiewicz,que ayudo a cientos de judíos dentro del gueto a tener atención sanitaria básica. "
Y nada más. Os dejo el álbum con una selección de fotos de esos días. Iré subiendo comentarios en las propias fotos para hacer un poco mas completa la narración.



1 comentarios:

A corderetas con mi alma: "Corde" dijo...

Para variar me quedo tonta con la crónica. Precioso, triste, conmovedor... guau, un montón de cosas para un sólo post.
Gracias, para variar.